Abstract
La plasticidad neuronal es la habilidad del cerebro para modificar, cambiar y adaptar tanto su estructura como su función, a lo largo de la vida y en respuesta a la experiencia. Las neuronas tienen la facilidad para asociarse y conectarse con muchas otras diferentes formando circuitos, como también poseen la capacidad de encender y apagar los impulsos en forma instantánea, a voluntad. Más allá de que cambiar es difícil, el que no cambia en realidad elige permanecer en las mismas circunstancias porque se hace dependiente del estado emocional que estas generan, como de los neurotransmisores que lo provocan. Es más fácil y cómodo seguir en lo conocido, y en la persona con obesidad (OB) es el exceso de peso. Las neurociencias descubrieron que el aprendizaje es posible durante toda la vida, a cualquier edad. El cerebro es plástico ya que se amolda al entorno de manera permanente. El entorno y la necesidad de adaptación hacen que la inteligencia cambie, y ello es posible gracias a que el cerebro hace más y nuevas conexiones, refuerza, y debilita otras. Actúa en red y ésta muta todo el tiempo. La neuroplasticidad positiva es la capacidad de crear nuevos circuitos que permiten alcanzar las metas, es decir, crea y activa redes hebbianas. Hay que cambiar el foco de atención, haciéndolo a conciencia, a propósito, para ayudar a que el cerebro dispare nuevas combinaciones y secuencias. Desarmar esos circuitos que prolongaron la OB y armar nuevos y saludables que respondan efectivamente a los objetivos, requiere de atención consciente, ensayo mental, y acción reiterada. Las conexiones cerebrales pueden modificarse para siempre al practicar conductas que ayuden a instalar nuevos circuitos, haciendo que los patrones neurológicos funcionen de otro modo. Esa es la esencia del cambio de hábitos.